martes, 27 de abril de 2010

Debatiendo la Historia

Aquí vuelvo una vez más para citaros una nueva columna de opinión realizada para la asignatura de Redacción Periodística: Géneros para la Opinión que esta misma mañana he entregado y que, por la cercanía temporal de los hechos analizados, os transcribo aquí hoy para vuestra lectura y para generar si queréis un lugar de debate, siempre desde el respeto y la mesura ante todos y para todos.

Estaba yo el jueves pasado por la noche haciendo mi particular ensalada de medios para saber qué había pasado en el mundo (o qué consideran los medios que es digno de “malgastar” su tiempo para ser contado) durante ese día cuando me topo en un informativo radiofónico con un cruce de declaraciones producido esa misma mañana en la sesión plenaria de la Asamblea de Madrid. Dicho cruce de palabras consistía en un reproche mutuo entre la presidenta del Gobierno regional y los portavoces de los partidos de la oposición por no condenar hechos que ocurrieron hace más de 70 años sobre el franquismo y la II República. Era muy “gracioso” escuchar a Esperanza Aguirre, persona poco dada a salir en los medios y menos aún en los que están bajo su paraguas institucional, o a los políticos que en teoría quieren ocupar su puesto echándose en cara si unos no critican los crímenes franquistas u otros los condenan pero tapan los que se hicieron en la República. Y todo ello con la polémica en torno al juez Garzón como telón de fondo. Vamos, la actualidad hecha debate parlamentario.

Hechos como este hacen que cada día la política pierda un poco más su interés social y que la brecha entre los políticos que nos representan y los ciudadanos que les elegimos sea aún mayor. No es de recibo que se debata en una institución pública hechos que, aunque forman parte de la historia de nuestro país, quedan ya en el recuerdo de todos con sus pros y sus contras, sus filias y sus fobias. El hecho de que unos si condenen los actos cometidos durante la dictadura y otros no, mientras eso no afecte de forma directa en las reglas del juego de la democracia, es una simple discusión de críos que sólo hace que generan odio social entre los de una acera y los de la acera de enfrente. Ya que no se puede (ni se debe) dar un golpe de Estado para ajustar cuentas con aquellos que son contrarios a nuestra opinión (aunque a más de uno le gustaría), dejemos a la Historia tranquila y analicemos lo que pasó para copiar los aciertos y aprender de los errores.

Un saludo.

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